música y arte sonoro
componer
Poner junto lo que no
está naturalmente ensamblado es la esencia de componer. La
composición es siempre un arreglo dispar de objetos (sonoros)
que nada predisponía a unir en un mismo gesto destinado al
oído. No está gobernada sino por la sola voluntad de
aquel que compone, aún cuando decide aplicar métodos
tomados prestados a sus antecesores: nada lo obliga a conformarse a
esas prácticas anteriores y todo le es permitido en el uso
que hará de éstas.
Pero ¿qué será de la
comunicación, que implica un lenguaje que sea entendido por
aquel que lo recibe? Este lenguaje fundado sobre una relación
reconocida entre la emisión y la recepción, sobre una
convención recíproca que habilita esta
comprensión, ¿será compatible con la libertad
reivindicada? ¿Será además necesaria?
¿Se debe reducir la música o el arte sonoro a un
lenguaje utilitario? La convención se debe pensar primero
como una gran asamblea contradictoria, más bien que una
receta a reproducir.
Además, ¿de qué
convención hablamos? ¿De la establecida en el siglo
XIX, con pretención universal y definitiva, que demasiado
aún se enseña en algunos conservatorios como la
música revelada? ¿De la impuesta por el comercio y la
industría musical? ¿De la establecida con el público
por cada artista? Hacer de la música de los
períodos barroco, clásico y romántico una
convención final es una gran ilusión y una lectura
superficial de esas músicas, tantas convenciones parciales,
locales y temporarias, que fueron en su época objeto de
polémicas y de anatemas.
Componer, es arreglar (ordenar) los
sonidos y los gestos mediante herramientas, algunas nuevas y otras
preexistentes, adaptables a las necesidades imperiosas del artista;
no se trata de adaptar necesidades preexistentes del artista a las
herramientas imperiosas… e imperiales de la industria
musical. Las técnicas constructivas empleadas han cambiado de
cultura en cultura, de época en época, de
generación en generación, hasta volverse
múltiples en el seno mismo de la carrera y del uso del
artista moderno. El método y la técnica, el material y
la forma, movidos por la libertad integral del compositor, son
generadores de un lenguaje propio que no necesita ser el de toda una
generación, pero que participará de la pluralidad de
la época y del lugar.
Es en esta línea creadora siempre renovada que me inscribo.
espacios sonoros
Entre las figuras de la
música culta occidental del siglo XX que, mediante su obra y
sus aportes teóricos, me orientaron hacia la
composición musical, se destacan particularmente Ivan
Wyschnegradsky (1893-1979), Harry Partch (1905-1974) y Iannis
Xenakis (1922-2001).
De Wyschnegradsky, el aporte teórico
sobre los microintervalos, a través de los conceptos de
espacio sonoro, de no octavación y de pansonoridad,
desarrollados en sus textos «L’ultrachromatisme et les
espaces non-octaviants» (en Revue Musicale nº 290-291,
1972, pp. 73-141) y La Loi de la pansonorité (1953,
publicación póstuma de 1996), se encuentra en el
centro de práctica musical y de mi interés de
investigación.
De Xenakis, el trabajo sobre la continuidad
sonora, manifiesto tanto en su obra como en sus escritos (Musiques
formelles, 1963, Formalized Music, 1971, ed. rev. 1991, y diversos
artículos), completa los conceptos desarrollados por
Wyschnegradsky. Además Xenakis fue mi primer contacto,
radiofónico, con la música contemporánea y una
razón fundamental de mi orientación hacia la
composición. La notion de continuidad que trabaja Xenakis es
cercana a los conceptos de Wyschnegradsky, incluyendo su aspecto
temporal, aunque tomado desde otro punto de vista, con la
introducción de las matemáticas complejas en el
proceso composicional.
El descubrimiento, en Francia al final de los
años 70, de la música y de la teoría musical de
Harry Partch completó los aportes anteriores,
agregándoles también el interés
organológico y la creación de instrumentos. Su libro
Genesis of a Music (1974, 2ª edición) aborda estos dos
aspectos de su aporte. Su problemática se plantea de otra
manera, no a partir del continuo, sino a partir de un concepto tonal
revisitado y del concepto de consonancia tal como desarrollado por
Helmholtz. El resultado en la teoría de Partch es la
construcción de un espacio sonoro irregular, producto de la
serie armónica tomada como generadora de intervalos. Esta
perspectiva completa la de divisiones regulares desarrollada por
Wyschnegradsky, aunque la manera de abordar los espacios no
octavantes de este último reintroduce una dimensión de
irregularidad.
Mi perspectiva ultracromática se oriente
decididamente hacia un uso de espacios sonoros finamente divididos,
tendientes al continuum. El intervalo de pequeño
tamaño —se podrá discutir la inadecuación
del término micro para este último—, utilizado
tanto a nivel melódico (o en secuencia temporal) como a nivel
armónico (o en superposición), constituye la base del
espacio sonoro con vista a acercarse al continuum físico.
Los cortes de la continuidad son derivados de los límites
tecnológicos, al menos en lo que concierne a los instrumentos
acústicos (no electrónicos). Pero una consecuencia de
estos límites es el acostumbramiento auditivo, aquel proceso
de calibración de nuestra percepción sonora: nuestra
capacidad de diferenciación de intervalos y de
discriminación de alturas es el producto de la escucha
repetida de estos intervalos y de estas alturas; es entonces
importante preparar el oído de manera conciente para dominar
su capacidad y aprovechar su riqueza. Tal es la vocación del
uso de diferentes espacios sonoros en la práctica musical y
en la composición. Lo que suena falso al principio (es decir
fuera de calibración, fuera de acostumbramiento) deviene
agradablemente extraño, luego sútil y familiar, antes
de transformarse en estos matices de los cuales uno no puede
prescindir.
No se trata de encontrar un paraíso perdido,
acústico y mítico, o un grial teórico y
místico, sino de extender las posibilidades y las
sensaciones, de enriquecer la paleta sonora y la percepción
auditiva, y en definitiva acceder a una libertad creadora siempre
más amplia.
ritmo y tempo
La inmensa variedad
rítmica que el cerebro puede imaginar se ve seguido reducida
a una pobre serie de variantes alrededor del único principio
de la reproductibilidad física del fenómeno. Los
límites humanos, siempre un poco más extendidos por el
desarrollo de la virtuosidad, no dejan de ser muy presentes. Pero el
desarrollo de la tecnología permite superar, y hasta eliminar
estos límites para el beneficio de una experiencia siempre
más amplia.
Conlon Nancarrow (1912-1997) lo había muy
bien comprendido y asimilado, a pesar de los límites de la
tecnología de la cual disponía: el piano
neumático (player-piano, pianola). Esta herramienta
magnífica tanto como rudimentaria le permitió explorar
relaciones temporales fuera de los pocos primeros números
primos, con números irracionales, y también tempi
extremos o en evolución permanente.
Los instrumentos
virtuales actuales permiten todo eso y mucho más, sobre la
base del sistema MIDI, del muestreado y de la reproducción
prácticamente sin límite. Posibilitan la
realización de rítmicas extremadamente complejas o
extremadamente difíciles de tocar, por ejemplo con
proporciones irracionales o con números particulares, tales
como fi o pi.
ejemplo de figuras rítmicas de fi,
partitura para piano virtual en 1/7 de tono, espacializada
octofónica
timbre
Con Edgard Varèse,
«sueño con instrumentos obedeciendo al pensamiento
— y que con el aporte de une eclosión de timbres
insospechados se presten a las combinaciones que me
complacerá imponerles y se ajusten a la exigencia de mi ritmo
interior.» (« Que la musique sonne », en 391
(revista dadaista), nº 5, junio de 1917, New York). Esta
búsqueda del timbre pasa tanto por los instrumentos y su
diversidad que por la aplicación de tecnología a la
producción del sonido.
Las técnicas llamada
«extendidas» (o sea no tradicionales) aplicadas a
prácticamente todos los instrumentos de tradición
occidental son uno de sus aspectos; el uso de instrumentos
virtuales, muestreados, es otro, que permite la mezcla de
sonoridades hasta entonces separadas en el tiempo, el espacio
geográfico o las culturas humanas.
La transformación
del sonido instrumental o vocal a partir de las técnicas del
sonido crea nuevos mundos sonoros, imposible de producir con los
instrumentos solos. Las herramientas electroacústicas o la
síntesis de sonido permiten también explorar
territorios vírgenes donde el sonido puede extraerse de su
tiempo y sus límites naturales y adaptarse a un tiempo
imaginario o a límites que solo son los de nuestra
percepción, lo cual lo transforma en una profusión de
sonidos inauditos. La extrapolación fuera de sus fronteras de
los sonidos instrumentales es también el producto posible de
las técnicas electrónicas y otra manera de extender el
universo del timbre y de acercarse al sueño compartido de
Varèse.
espacialización
Desde el alba de la
humanidad, en las cuevas o los grandes llanos, el espacio
físico participó de la música. Forjó la
escucha, fomentó la abstracción del sonido,
educó a nuestras voces. Recibió los cantos o los
instrumentos, los ruidos de la naturaleza o los sonidos de las
ciudades. En las cuevas o en las catedrales, el espacio es
también una dimensión de la música. De los
coros vocales o instrumentales en eco o en canón, que se
contestan de un ala al otro en San Marco de Venecia, de las
músicas de procesión a los desfilés de los
Carnavales del mundo, el espacio toma todo su lugar en la
música y le agrega una dimensión propia.
De nuevo, la
tecnología permite producir e imaginar una dimensión
espacial de la música, que va mucho más allá de
la imitación de los espacios naturales y produce espacios
imaginarios, movimientos imposibles o simultaneidades irrealizables
de otra manera. Pero el espacio no es solo tecnológico: el
frente a frente del concierto que expone a los músicos como a
un ícono puede transformarse en espacio habitado por los
sonidos y los que los producen y los aprecian.
algorÃtmica
La repetición y la
variación, la novedad y la originalidad son los motores de la
música y del arte en general. La voluntad y el azar son la
fuente de las decisiones del artista, en el respeto o la
transgresión de los procedimientos y de los métodos.
Todas las épocas y todas las culturas han cultivado
automatismos en el génesis sonoro y mecanismos de desarrollo
en los cuales se trata de aplicar el procedimiento con pocas
decisiones propias. La inspiración está tanto en la
elaboración del mecanismo que en las decisiones individuales.
La concepción del mecanismo, el algoritmo, fue explorada ya
desde los años 50 del siglo pasado, con el aporte concreto y
conceptual, en la música, de Iannis Xenakis, Pierre Barbaud,
Lejaren Hiller, y muchos otros luego. Pero ya existía, por
ejemplo, en la fuga y el contrapunto occidentales, o en el kotekan
balinés.
La irrupción de la informática y de la
programación del sonido permite una integración de la
aleatoriedad, la condicionalidad y la interacción. La
algorítmica aplicada a la poesía sonora abre a poemas
siempre renovados. La forma no es entonces sometida al material, y
tampoco el material no es más sometido a su sola
apariencia superficiale: lo que identifica la obra no es más
una fijeza reproductible (la melodía y su ritmo, el sentido
semántico del texto, por ejemplo), sino un conjunto de
características que pueden nacer de lo efímero y de la
generación aleatoria en tiempo real.
música y tecnología
El aporte tecnológico
siempre ha sido importante en la música: un instrumento, tan
simple sea, es un aporte tecnológico destinado a extender las
capacidades sonoras del ser humano. Con el desarrollo de la
grabación y de la sonorización, la tecnología
habilita no solo a agregar fuentes sonoras nuevas, pero también a
conservar el sonido y reproducirlo fuera de sus lugares y tiempos,
así como a transformarlo por intervención
electrónica o informática. Estas tecnologías
permiten un trabajo de alta precisión que supera las
capacidades humanas inmediatas e introducen campos sonoros
inaccesibles de otra manera.
Es este aspecto de la
tecnología, que permite crear lo imposible y lo inesperado,
que me interesa: extender las posibilidades, mezclar las fuentes
sonoras de culturas diferentes, apropiarse sin límite las
invenciones sonoras humanas.
las obras son accesibles por el menú lateral.